Publicado el 01/06/16
Tanto si usas tu moto habitualmente como si eres de los que prefieren “hibernarla” hasta la llegada de las buenas temperaturas, has de tener claro cuáles son las averías de moto más frecuentes. Algunas de ellas podrás evitarlas si tienes en consideración una serie de consejos.
Como ha quedado de manifiesto en otros artículos de Territorio AMV, el mantenimiento periódico es esencial para prevenir averías de moto así como para evitar accidentes. Además, nuestra forma de conducir puede influir en el deterioro de algunos elementos del vehículo.
Si todavía no tienes claro cuáles son las principales averías de moto , repasamos las más habituales a tenor de un estudio publicado por el grupo Red Europea de Garantía de Vehículos (REGV).
Rotura del embrague
El embrague es uno de los elementos más importantes de la moto, ya que su finalidad es acoplar o desacoplar el motor a la caja de cambios. Pero con el transcurrir del tiempo, los discos pueden presentar síntomas de desgaste y también es probable que los muelles pierdan elasticidad.
Si bien existen embragues en seco, lo normal es que las motos equipen embragues húmedos, es decir, bañados en aceite. En comparación con los primeros, su rumorosidad es menor, garantizan una respuesta más progresiva que se traduce en una conducción más placentera y, por lo general, su durabilidad es mayor.
En este apartado, podríamos dedicar un artículo entero al embrague de las motos. Pero, centrándonos en las averías, un buen consejo que debes tener en cuenta para evitar que un embrague húmedo te dé problemas es elegir un buen aceite. Llegado el momento de reemplazar el lubricante, no escatimes a la hora de “rascarte” el bolsillo. Solicita en tu taller de confianza que lo sustituyan por un aceite homologado y con el grado de viscosidad recomendado por el fabricante.
Además, es necesario que el cable del embrague se encuentre en perfecto estado y correctamente tensado. Y conducir de forma racional y suave también contribuye a prolongar la vida útil de este elemento.
Problemas con el alternador y la centralita electrónica
A continuación, entre las averías de moto más frecuentes se encuentran las relativas al alternador y la centralita electrónica. En el caso del primero, se encarga de alimentar el sistema eléctrico del vehículo y también de cargar la batería. Por ello, el estado de esta última no es el único causante de que una moto no arranque. Y no sólo eso: si el sistema eléctrico no funciona correctamente, es probable que provoque fallos en los grupos ópticos o en el cuadro de instrumentos de la moto.
En cuanto a la centralita electrónica, es un pequeño ordenador cuya función es regular una serie de parámetros relacionados con el funcionamiento del motor. Si se vuelve “loca” puede alterar el consumo de combustible, el ralentí del propulsor e incluso la puesta en marcha del mismo. Al igual que el embrague, se trata de uno de los elementos más importantes de una moto y su sustitución es realmente costosa.
Ciertamente, no es sencillo prevenir los problemas tanto del alternador como de la centralita electrónica. Pero una buena medida, tal y como hemos explicado en el artículo “Lavar la moto: Consejos para que luzca impecable”, es proteger las partes del sistema eléctrico cuando laves el vehículo.
Avería de la bomba de combustible
Después de las citadas, la relativa a la bomba de combustible es otra de las averías más comunes. Y si bien es cierto que existen diferentes tipos en el mercado, el principal cometido de este elemento es el mismo en todos ellos: conducir la gasolina desde el depósito hasta el cuerpo de inyección del sistema a una presión constante. Así pues, buena parte del correcto funcionamiento del motor se debe al estado de este elemento.
En este caso, es posible realizar una inspección y limpieza de los componentes de la bomba de combustible de forma periódica. Pero, como en otras partes de la moto, lo mejor es que delegues esta operación en los profesionales de tu taller de confianza. En la puesta a punto del vehículo, ellos serán los encargados de verificar su estado.
Ahora bien, si quieres un consejo, nunca dejes el depósito de combustible “en las últimas”. Y no sólo porque puedas quedarte tirado… El tanque debe llevar carburante de sobra para lubricar la bomba y evitar que entren impurezas al sistema de inyección. Y ya puestos: si el fabricante recomienda utilizar gasolina de 98 octanos, sigue su consejo y no repostes de 95 por aquello de ahorrar unos céntimos.
Fugas y escapes de líquidos
Para finalizar, es vital comprobar que nuestra moto no presente fugas y escapes de líquidos. Dicha verificación debe realizarse con frecuencia y, en caso necesario, ponerle remedio cuanto antes para evitar males mayores.
Así, es habitual que por los talleres pasen motocicletas que presentan fugas de aceite en el motor, pérdida de lubricante en la suspensión o un nivel de líquido de frenos y de refrigerante por debajo del mínimo recomendado.
En algunos casos, bastará con reponer el líquido correspondiente. Pero en otros, será necesario que intervenga un especialista para subsanar la avería. Por eso, no te la juegues: ante el primer síntoma de fuga o escape de líquidos, consulta en tu taller de confianza para evitar, por ejemplo, tener que reparar o sustituir el motor.
Averías de moto por falta de uso
Al margen de las citadas averías de moto, hay que tener en cuenta las que pueden producirse si no se utiliza la moto durante un largo período de tiempo. Una cuestión que no debe tomarse a la ligera, ya que son muchos los motoristas que dejan su “máquina” aparcada en el garaje durante el invierno y la “desempolvan” cuando llega la primavera. En este supuesto, es importante tener en cuenta los siguientes elementos:
- En primer lugar, la batería. Como explicamos en el post “Baterías de moto: tipos y mantenimiento”, si no vas a conducir la moto durante los meses invernales es aconsejable que desmontes la batería y que, durante el tiempo que esté desconectada, la cargues una vez al mes. De esta forma, te asegurarás de que seguirá siendo útil cuando vuelvas a montarla.
Para dicha operación es recomendable contar con un cargador “inteligente”, aunque también te servirá uno normal. En este último caso, tendrás que cargar la batería a una décima parte de su capacidad durante unas 10 o 12 horas, período este último más indicado que un proceso de carga rápida.
- Ya que nos referimos a la batería, es esencial que se encuentre cargada y en buen estado para poner en marcha el motor, al menos, una vez al mes. Como mínimo, deberías dejar que el mismo funcione durante unos 10 minutos al ralentí y que coja temperatura, facilitando así que el aceite bañe los componentes del propulsor, aunque lo mejor sería que te dieras un pequeño paseo con la moto.
Si no pones en práctica estas indicaciones, puede que se genere óxido en los cilindros y que los aros de los pistones se queden “pegados”. De ser así, estarías ante una avería grave.
- Por cierto, hablando de ruedas… También debes prestar atención a los neumáticos. Para empezar, no deben estar en contacto con el suelo; de ser así, pueden acabar deformándose tanto las cubiertas como las llantas. Para evitarlo, lo mejor es que suspendas la moto sobre el caballete central. Si no realizas esta operación, asegúrate de poner un poco más de presión en los neumáticos.
Y ya puestos, vigila su aspecto. El estar parados durante una larga temporada puede provocar la aparición de grietas. Si es así, tendrás que empezar a valorar el reemplazo de las cubiertas por otras nuevas.
- Por último, no debes olvidar los líquidos. Por ejemplo, el de frenos tiene un período de caducidad, independientemente de si usas la moto o no. En cuanto al refrigerante, si no se “mueve” puede provocar sequedad en los manguitos y averías en la bomba, el termostato o el propio radiador. Incluso la gasolina llega a perder sus propiedades y dejar residuos…
Por todo lo expuesto, te recomendamos que tu moto sea revisada periódicamente en un taller de confianza. Y aunque en los meses más fríos no te apetezca circular con ella, conducirla periódicamente te evitará “rascarte” el bolsillo para subsanar averías de moto que, en algunos casos, pueden ser graves y muy costosas.
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