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Gentleman Driver en el siglo XXI  


Publicado el 25/07/18

A buen seguro, en más de una ocasión habrás escuchado el término “gentleman driver”. Pero, ¿te has preguntado alguna vez qué significa o cuándo comenzó a utilizarse en el ámbito del automovilismo deportivo? En cuanto a la primera cuestión, la traducción al español de “gentleman driver” sería algo así como “piloto caballeroso”, mientras que en lo relativo a la segunda debes saber que tan singular figura surgió con la celebración de las primeras carreras de coches del siglo XIX.

Gentleman Driver

Hombres (y mujeres) adinerados y distinguidos

En los inicios del automovilismo deportivo no era sencillo participar en una de aquellas heroicas y peligrosas carreras entre ciudades. La figura del piloto profesional no existía aún y quienes conducían aquellos primigenios automóviles –algunos propulsados a vapor– eran, en su mayoría, hombres adinerados, distinguidos y, se supone, caballerosos. Es decir, según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), personas que se comportaban con distinción, nobleza y generosidad.

Pero, llegados a este punto, es preciso hacer un alto en el camino y hacer justicia, ya que el término “gentleman driver” eclipsa al de “gentlewoman driver”. Porque, por si no lo sabías, en las primeras carreras automovilísticas hubo mujeres que se jugaron la vida en los maltrechos caminos de finales del siglo XIX y principios del XX. Entre ellas cabe destacar a las francesas Camille du Gast, una viuda adinerada que también practicó aeronáutica, paracaidismo y motonáutica, y Hélène van Zuylen.

Precisamente, el esposo de esta última, el barón Etienne van Zuylen, junto a un destacado “gentleman driver” del siglo XIX como el aristócrata, político, seductor y fabricante de automóviles Jules-Albert de Dion y Paul Meyan, redactor del periódico “Le Figaro”, fue el impulsor de la creación en 1895 del Automóvil Club de Francia (ACF), principal promotor y regulador de las primeras competiciones automovilísticas en Europa.

“Gentlemen drivers” españoles

Al igual que sucedió en el país vecino, en España también surgió la figura del “gentleman driver” en los albores del automovilismo deportivo. Sin duda, entre los más sobresalientes “pilotos caballerosos” de nuestro país se encuentra Francisco Serramalera Abadal, más conocido como Francisco Abadal o Paco Abadal. Buen amigo del rey Alfonso XIII, destacó como ciclista antes de ser piloto de motociclos y automóviles. Concesionario de destacadas firmas nacionales y extranjeras, Abadal logró algunos récords automovilísticos en Cataluña, hizo debutar a Hispano-Suiza en una prueba automovilística –la Coupe des Pyrénées de 1905–, contribuyó a la creación del Automóvil Club de Barcelona y de la Copa Catalunya de “voiturettes” –coches menos pesados que los de Gran Premio– e hizo historia con su Abadal-Buick “Centella”.

Otro destacado “gentleman driver” español fue Carlos de Salamanca, a quien se recordará por ser el vencedor de la primera edición del Gran Premio de España de automovilismo. Pero, ¿sabías que allá por 1913 ya existían las órdenes de equipo? Pues así es. Por aquel entonces, este empresario perteneciente a la nobleza representaba a Rolls-Royce en nuestro país y la firma británica fue tajante en el telegrama que envió a George Eric Platford, piloto de pruebas de Rolls-Royce que también tomó parte en la carrera: “Deje ganar a Carlos de Salamanca”. Como verás, los intereses comerciales ya se tomaban en cuenta hace más de un siglo…

Y otro noble de nuestro país que también será recordado como un “gentleman driver” es Alfonso de Portago. Popularmente conocido como “Fon” o el marqués de Portago, llegó a ser piloto oficial de la escudería Ferrari, con la que participó tanto en el Mundial de Fórmula 1 como en la Mille Miglia. Precisamente, en esta última perdió la vida en 1957, dejando tras de sí un halo de glamur y leyenda plasmado en diversas biografías.

Deportividad, generosidad y elegancia

Ya que nos hemos referido a la Fórmula 1, en la categoría reina del automovilismo deportivo ha habido casos de “gentlemen drivers” extraordinarios. En esta ocasión, dejaremos de lado a los pilotos adinerados o de la nobleza para mostrar otra visión del concepto de “gentleman driver”: la representada por la deportividad y la generosidad. En definitiva, la elegancia sobre ruedas.

Actualmente, tales virtudes suelen brillar por su ausencia. Pero en la década de los años 50 del siglo pasado, pilotos como el argentino Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón del mundo de Fórmula 1, sobresalían por su rapidez, cortesía y educación. Nunca, jamás, nadie habló mal del “Chueco”, todo un ejemplo dentro y fuera de las pistas, todo un “gentleman driver”.

Y si bien es cierto que al de Balcarce hay que aplaudirle que lograra cinco títulos mundiales con distintos fabricantes, no lo es menos que el cuarto de ellos lo consiguió gracias a la caballerosidad de su compañero de equipo Peter Collins. En el Gran Premio de Italia de 1956, última prueba de aquella temporada, ambos pilotos se jugaban el entorchado. Sin embargo, cuando el monoplaza del argentino sufrió una avería que lo apartaba de la lucha por el campeonato, el británico, ejemplo de “gentleman driver” y “fair play” (juego limpio), no dudó en cederle su bólido para que Fangio se alzara con su cuarta corona.

¿Quiénes son los “gentlemen drivers” del siglo XXI?

Sin duda, en la época actual, salvo que existan órdenes de equipo –como habrás visto, nada nuevas, por otra parte–, que se produzcan gestos de caballerosidad en una especialidad como la Fórmula 1, marcada por los intereses comerciales y personales, es algo, cuando menos, extraño. Pero, afortunadamente, esas muestras de deportividad, generosidad, elegancia y hasta solidaridad que se suponen a los “gentlemen drivers” siguen dándose en las carreras de resistencia, de manera especial en las que participan pilotos veteranos al volante de coches clásicos.

Más accesible que la categoría reina, la resistencia se ha convertido en el nuevo hábitat natural del “gentleman driver” de nuestra época. Al igual que sucedió en los siglos XIX y XX, en los boxes de hoy en día no faltan aristócratas, empresarios y ejecutivos adinerados amantes de la velocidad y de nuevos desafíos más allá de sus mansiones y sedes corporativas. Unas figuras a las que, ya sea como pilotos o jefes de equipo, vienen sumándose actores del séptimo arte de reconocido prestigio.

Son los “gentlemen drivers” del siglo XXI. Pero no los únicos, ya que dicho concepto va más allá de la competición y también se aplica a los clientes VIP de los fabricantes de automóviles, que, gracias a dicha condición, se benefician de programas especiales que, entre otros atractivos, les permiten conducir automóviles de lujo inalcanzables para la mayoría de los mortales.

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Así pues, el término “gentleman driver” se asocia a la exclusividad, si bien su concepto es más amplio. Como hemos visto, también se puede ser un “piloto caballeroso” dando muestras de deportividad, generosidad y elegancia con los rivales. Y para muchos aficionados, el simple hecho de poseer un coche clásico ya confiere cierta condición de “gentleman driver” a su propietario.

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