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Del coche a la moto, un gran paso  


Publicado el 17/12/14

Cada vez son más los usuarios de automóviles que deciden pasar del coche a la moto para ahorrar tiempo y dinero en sus desplazamientos al centro laboral o de estudios. Pero, si no se tiene práctica, conviene tener en cuenta unas recomendaciones básicas.

El paso del coche a la moto

Es creciente el número de automovilistas que deciden dar el salto al mundo de las motos. Una decisión que, en el caso de no atesorar experiencia, requiere tener en cuenta varios aspectos que caracterizan a la conducción sobre dos ruedas.

Ciclomotores, scooters y motocicletas se revelan como el medio de transporte ideal para realizar itinerarios urbanos. Por si surgieran dudas al respecto, así lo corroboran distintos estudios elaborados tanto en España como a nivel europeo. Los informes son de lo más clarificadores: queda patente que estos vehículos contribuyen a llegar antes a destino y a ahorrar en el presupuesto para combustible.

No es de extrañar, pues, que cada vez sean más los conductores que se planteen dejar aparcado el automóvil y pasarse a las motos como alternativa de desplazamiento a su trabajo o centro de estudios. Sobre todo, desde la crisis económica y teniendo en cuenta que la legislación facilita ese cambio.

Así, los poseedores del carné B optan directamente al permiso AM, pudiendo conducir ciclomotores y motos de hasta 50 c. c. Si, además, tienen una antigüedad de más de tres años, pueden equipararse a quienes tengan el carné A1 y, por lo tanto, manejar motos de hasta 125 c. c. Otra opción interesante es la posibilidad de circular con scooters de tres ruedas siempre y cuando estén homologados como triciclos.


Qué se debe tener en cuenta al pasar del coche a la moto


Una vez que hemos decidido adquirir un ciclomotor, una moto o un triciclo, no es cuestión de tomárselo a la ligera y comenzar a circular con el nuevo vehículo como si fuese un coche. Primero, porque no lo es. Y segundo, porque, generalmente, los automovilistas carecen de la experiencia de los motoristas. Lo mejor, antes de aventurarse en el siempre agitado tráfico de las ciudades, es tomar en cuenta una serie de consideraciones.


  • En primer lugar, el equipamiento. En el automóvil, el conductor tiene una mayor percepción de seguridad, se siente “blindado” ante una posible colisión. Por ello, es de vital importancia adquirir un casco homologado (elemento, por otra parte, obligatorio), una chaqueta y unos guantes con protecciones.

  • Luego, además, si el presupuesto lo permite, conviene invertir en un pantalón, igualmente reforzado, y en un calzado específico, que proteja hasta la zona de los tobillos y, de ser posible, sin cordones. Es posible equiparse adecuadamente sin necesidad de realizar una gran inversión económica, ya que existen numerosos establecimientos que comercializan productos para todos los bolsillos y con una interesante relación calidad-precio.

  • Una vez encima del vehículo, hay que dejar “en casa” al automovilista que se ha llevado dentro durante tanto tiempo y empezar a pensar como un motorista.

  • Para que ello sea así, es preciso controlar el tráfico que se genera alrededor, tanto hacia adelante, para anticiparse a posibles frenadas y evitar alcances, como hacia los flancos y atrás.

  • Asimismo, la señalización de las maniobras con los intermitentes cobra una especial relevancia al circular en moto o scooter. Se debe advertir al resto de conductores lo que haremos para evitar atropellos o colisiones y no zigzaguear entre los demás vehículos.

  • Y, por supuesto, se ha de agudizar la vista y “escanear” el asfalto. En coche, circular sobre un charco no reviste gravedad. En moto, en tanto, puede dar lugar al temido “aquaplaning” o algo peor: sufrir una caída porque el agua camufla un agujero. Además, la pintura de las señales horizontales, las tapas de alcantarilla, las rejillas de ventilación o los restos de lubricante suelen ser enemigos de los motoristas.

Si el automovilista carece de experiencia, debe evitar aprender a conducir su moto o scooter en base a golpes y caídas. Y, por mucho que practique en una explanada, no tendrá quién le asesore y corrija. Así pues, además de los consejos aquí expuestos, es recomendable que realice un curso básico de conducción segura con una escuela solvente y profesional, cuyos monitores, en unas instalaciones adecuadas, simularán las condiciones con las se encontrará en el tráfico real, ayudándole a superarlas con solvencia y confianza. 


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