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Conducción nocturna  


Publicado el 04/11/15

Circular en moto por la noche es una delicia para algunos y una pesadilla para otros. En cierto modo, la conducción nocturna no se diferencia mucho de la diurna. Sólo hemos de tener en cuenta algunos consejos para ganar aplomo, movernos con seguridad e incluso llegar a disfrutar del trayecto. 

conducción nocturna


Visibilidad. Nuestro campo de visión seguro se reduce al alcance del faro y poco más. El  deslumbramiento es uno de los peores enemigos. Aunque evitemos mirar los faros de los vehículos que se aproximan, siempre hay alguno que viene con las largas y nos deja "a dos  velas" durante un instante. Lo mejor es mantener la calma y mirar hacia la derecha, en dirección a la raya que separa la carretera del arcén. 

Luces. Una moto pasa desapercibida para muchos conductores de coches durante el día. De noche la situación empeora, por lo que debemos hacernos lo más visibles que podamos. Es  preceptivo el buen estado de las luces delantera y trasera e intermitentes. En cuanto a los  costados de la moto, no está de más colocar algún catadióptrico o banda reflectante en lugares estratégicos. 

Casco. Quedan muy bien esos cascos con visera ahumada tirando a negra, lo malo es que de noche no se distingue a tres en un burro. Lo que queremos es ver mejor, por lo que  llevaremos una transparente con tratamiento antivaho. Cuidado con que esté rayada, ya que puede provocar refracciones indeseables. Existen también cascos de varios tipos que equipan de serie una doble visera que nos evitará el engorro de llevar repuestos. 

Ropa. Sin necesidad de parecer un árbol de navidad, es conveniente que nuestro atuendo sea bien visible para los demás usuarios de la vía. Preferible chaqueta y casco de colores claros,  pero si elegimos algo oscuro, nunca prescindiremos de las bandas reflectantes en brazos y  espalda. 

Y ya en carretera, no debemos olvidar: 

 

Actitud. Por la noche, nuestra actitud sobre la moto debe cambiar. Aunque parezca lo contrario, de noche las cosas pasan mucho más rápido y sin avisar. Por tanto,  el nivel de alerta será superior al acostumbrado durante el día. Ya sea en carretera abierta o en ciudad, debemos ir muy concentrados desde el minuto uno.

Obstáculos. Como vemos peor, nuestra capacidad de reacción y respuesta ante un problema súbito queda muy reducida por la noche. Las maniobras sin señalizar o frenazos del vehículo que nos precede serán mucho menos perceptibles. Lo mismo nos ocurrirá con peatones, zonas de obras, baches profundos, alcantarillas o manchas de aceite. 

Qué hacer. Ante estos problemas, no basta con ir más atento. Hay que seguir una triple estrategia. En primer lugar, anticiparse en la medida de lo posible a los movimientos de los demás y circular en “modo defensivo”. En segundo lugar, aumentar la distancia de seguridad hacia los vehículos que nos preceden. Y en tercero, circular a una velocidad adecuada a nuestra capacidad de visión, es decir, inferior a la acostumbrada en condiciones de día. Aunque nos sepamos el trayecto de memoria. 

Tomar medidas. La distancia de seguridad con el coche que nos precede ha de ser aquella  que nos permita dominar la situación en caso de imprevisto. Pensemos que a 50 km/h se recorren casi 14 metros en 1 segundo, es decir, un par de metros más de lo que mide un  autobús urbano. Por lo tanto, si de día es aconsejable guardar una distancia no inferior a 2  segundos respecto del vehículo que circula por delante de nuestra moto, de noche esta distancia debe duplicarse. 

Trasera. No descuidar en ningún momento lo que ocurre a nuestra espalda. Los retrovisores no son un adorno como creen algunos. Debemos aprender a interpretar la situación sólo con mirarlos una décima de segundo. También, nos servirán para ver venir a esos conductores de coche que disfrutan situándose a 5 cm de tu rueda trasera. Suele ocurrir a menudo en fines de semana. Dales un par de avisos con el freno y, si no reaccionan, déjales pasar. 

Fatiga. Circular de noche exige más esfuerzo. Si afrontamos un viaje largo de noche nos detendremos al menos cada dos horas. Al menor síntoma de sueño, parada obligada y a buscar un hotel de carretera de inmediato. No vale con "paro, me todo dos cafés cargados y sigo". Incluso si viajamos y se nos hace de noche antes de llegar a destino, nos plantearemos la posibilidad de parar a dormir, sin apurar nuestra capacidad de aguante.


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